Los medios digitales han simplificado la comunicación y gracias a elementos como las Redes Sociales y el correo electrónico podemos mantenernos en contacto con aquellas personas que están lejos de nosotros o con aquellos que no podemos ver de forma habitual. Han cambiado de forma radical nuestra forma de comunicarnos y en la mayoría de los casos lo han hecho para bien, pero también hay algunas personas que han visto en el anonimato propio de las Redes Sociales la vía perfecta para emitir amenazas y todo tipo de injurias y calumnias.
Muchas amenazas no son tenidas en cuenta por sus receptores, que no les dan ninguna importancia ni ven en ellas ningún atisbo de veracidad. Pero hay personas que se pueden sentir intimidadas y que están en su derecho de tomar medidas para restablecer su seguridad.
El primer paso
La víctima de la amenaza debe dar el primer paso y empezar a recopilar pruebas si está sufriendo ciberacoso.
Borrar un mensaje de redes sociales o de un blog es muy sencillo, así que el interesado en denunciar la situación debe actuar rápidamente y guardar una copia del mensaje amenazante. Bastará con hacer un pantallazo.
Con estas pruebas hay que interponer denuncia ante la Policía, Guardia Civil, Mossos o Ertzaintza para que se inicie una investigación.
¿Cómo debe ser la amenaza para constituir un delito?
Es importante tener en cuenta que no cualquier amenaza será considerada como un delito. Debe ser creíble y grave, dirigida a una persona o personas concretas y además debe concretarse en la realización de un determinado mal.
Denuncia ante las Redes Sociales
El afectado por la amenaza también puede poner la situación en conocimiento de la red social a través de la que se ha emitido la misma. Este procedimiento es totalmente anónimo y muy sencillo, basta con pinchar sobre el comentario y denunciarlo como abuso o spam. Existe también la posibilidad de bloquear directamente a un usuario para no recibir mensajes suyos.
La identificación del autor
En muchos casos de ciberacoso la amenaza llega de personas cuya identidad se desconoce, de ahí que el primer paso en la investigación sea determinar su identidad. Para ello el juez pide a la red social los datos de quien ha emitido la amenaza.
Si el móvil o el correo electrónico con el que se ha abierto la cuenta no lleva a ningún resultado concreto, se intentará localizar al autor a través de la IP.
El proceso judicial
Una vez que se tiene localizado al autor el afectado puede interponer una querella para ser parte en el proceso judicial.
En la mayoría de los casos este tipo el procedimiento no suelen llegar a juicio, y lo más habitual es que durante la tramitación del proceso penal el acusado acepte los cargos y se comprometa al pago de una multa, evitando así una pena de cárcel que puede ir de seis meses a dos años.
Especial protección a los menores
Para que el proceso llegue a juicio es necesaria la denuncia ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, algo que suele echar para atrás a muchos adolescentes (que son las principales víctimas de las amenazas y el ciberacoso). Por eso los especialistas destacan la importancia de generar confianza en el entorno familiar y enseñar a los más jóvenes la necesidad de avisar a un adulto en caso de que estén sufriendo algún tipo de conducta lesiva, ya sea ciberacoso o bullying.
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