Compañías como Tesla, Uber, Google y los principales fabricantes de la industria del motor pisan el acelerador para implantar una gran innovación en el transporte en la que los vehículos serán autónomos y tendremos coches sin conductor. Este tipo de coches se incorporan en el carril, frena ante semáforos y señales de stop, ajusta la velocidad para mantener la distancia de seguridad, aparca en las plazas libres tras detectar que no son para personas con movilidad reducida, etc. Por lo tanto, estamos ante nuevos vehículos capaces de realizar todo esto sin la necesidad de que haya un conductor al volante.
Se trata de uno de los hitos principales para muchas compañías por sus claros beneficios en los negocios del transporte y de la movilidad de los ciudadanos. Además, los vehículos autónomos reducirán los costes en transporte de forma considerable y se conseguirán unas carreteras más seguras. Las compañías aseguran que los vehículos autónomos protegerán y revolucionarán la forma en el que el ser humano se traslada hoy en día. Sin embargo, los gobiernos necesitan pruebas y cientos de miles de millones de kilómetros recorridos para poder afirmar que son vehículos seguros capaces de prevenir accidentes.
Legalidad
Aunque todavía es pronto para lanzar estos vehículos autónomos al mercado ya se plantean varias incógnitas legales, ya que su posible comercialización obligaría a realizar extensos cambios en normativas como la Ley de Responsabilidad Civil y Seguros o la Normativa de Tráfico. Tal como aseguran las compañías los sistemas informáticos necesarios para hacer funcionar estos automóviles no son ninguna frontera infranqueable. Sin embargo, los problemas legales que puede generar el tipo de tecnologías que se quiere utilizar podrían suponer un obstáculo en su implementación.
Actualmente ni en España ni en ningún otro país de la Unión Europea existe una legislación adaptada a estos vehículos. Por lo tanto, esto implicaría un cambio extenso en la normativa general de para poder permitir su circulación. Entre las normas nacionales e internacionales a revisar estaría la Convención de Viena, así como la normativa de Tráfico, que se centran en la definición de conductor, y, por otro lado, el RD 8/2004 sobre responsabilidad civil y seguros en la circulación de vehículos a motor. Tanto en la Convención de Viena como en la normativa española se establece que es obligatorio que una persona controle los mandos del vehículo en todo momento con el objetivo de prevenir daños propios o ajenos por lo que habría que modificar legalmente el concepto de conductor, para empezar a tener en cuenta el software y los automóviles autónomos. De la misma manera pasaría con la regulación del concepto y los límites de aquellos vehículos 100% autónomos de los que son mixtos. Los abogados hacen especial hincapié en que deben realizarse cambios para incluir esta tecnología en la directiva europea sobre homologación ya que para que se puedan conducir debe pasar todos los exámenes.
Seguros de coches sin conductor
Otro de los grandes retos normativos se centra en la legislación sobre seguros y responsabilidad civil y aclarar quién sería el responsable o no en caso de accidente. Si los coches autónomos se lanzan finalmente al mercado habría que cambiar por completo la base de la regulación aseguradora, ya que si tenemos en cuenta el primer y segundo artículo de la Ley de Responsabilidad Civil y Seguro dicen que el conductor es el responsable de los daños causados al vehículo. Por este motivo, es importante que se actualice la normativa y se realicen los cambios oportunos. Sin embargo, es cierto que quedan muchos frentes abiertos que deben debatirse. Si, por ejemplo, tenemos en cuenta que la toma de decisión de la persona encima de estos vehículos es mínima es necesario plantearse qué pasa en caso de accidente.
¿La culpa es del conductor o del fabricante debido al fallo en los sistemas?
Actualmente, en caso de siniestro, las aseguradoras suelen hacer pagar a un tercero los daños del accidente, pero en un futuro ¿haremos reclamaciones a las compañías fabricantes? Según nuestros expertos, si se da el caso de tener un siniestro con este tipo de vehículos sin que el conductor haya intervenido, las aseguradoras investigaran para encontrar el fallo, reclamar los daños o emprender querellas contra los fabricantes.