Las nuevas tecnologías han mejorado nuestras vidas en muchos aspectos y nos ayudan tanto a comunicarnos como a ser más efectivos a la hora de trabajar, pero también tienen su lado malo. Mientras que la mayoría usamos estos medios tecnológicos con cabeza y respetando a los demás, hay quien hace un mal uso y acaba cometiendo delitos acoso cibernético.
¿Cómo sé si soy víctima de acoso cibernético?
Alguien comete acoso cibernético cuando utiliza Internet y las nuevas tecnologías para amenazar, molestar, intimidar, avergonzar o criticar a otra persona. Los comentarios hirientes o amenazantes pueden llegar a través de correo electrónico, WhatsApp, tus redes sociales, etc.
Este tipo de conductas suceden frecuentemente en el marco del bullying juvenil, pero lo cierto es que cualquier adulto también puede ser víctima de esta forma de acoso.
Si estás recibiendo mensajes o llamadas que están haciendo que te sientas mal, que te molestan o que afectan a la forma en que te ven los demás, entonces estás siendo víctima de acoso.
En primer lugar no tengas una única cuenta de correo electrónico. Puedes tener una más de ocio que será la que facilitarás a la mayoría de tus contactos y otra cuenta para temas más serios como recibir las facturas de los suministros, temas laborales, etc. De esta forma, si sufres acoso a través de la cuenta de correo que usas con fines más de ocio y comunicación podrás recurrir directamente a cerrarla y no tendrás que preocuparte porque las comunicaciones importantes no te vayan a llegar, puesto que esas llegarán directamente a tu otra cuenta de correo electrónico. Tampoco hay que olvidarse de establecer contraseñas seguras y cambiarlas con frecuencia, para evitar que nadie pueda entrar a la cuenta.
A todos nos gusta estar conectados, pero tal vez sea hora de pensar que no hay que dar el teléfono tan a la ligera. Igual que no le das a un desconocido tu dirección, tampoco deberías darle tu número teléfono. Si quieres mantener el contacto puedes hacerlo a través de email y más adelante si esa persona se gana tu confianza podrás darle tu teléfono.
En las redes sociales ocurre más o menos algo similar. No es necesario tener millones de amigos, sino que las personas que tienes agregadas sean de verdad de tu confianza. Por eso, evita añadir a personas con las que tengas poca o ninguna relación.
Si tienes hijos pequeños o adolescentes deberías inculcarles también a ellos estas ideas, deben ser conscientes de lo importante que es su intimidad y de lo peligroso que puede ser dar acceso a la misma a ciertas personas.
Además, en el caso de los menores de edad es importante que en casa se genere un clima de confianza para que en caso de que estén siendo víctimas de acoso cibernético te lo comuniquen lo antes posible.
A veces por muchas medidas de prevención que pongas no puedes evitar que alguien decida emprender una campaña de acoso cibernético contra ti. En estos casos lo mejor que puedes hacer es recopilar pruebas.
No te olvides de hacer una copia de seguridad de los mensajes que hayan podido llegar a tu móvil y hacer un pantallazo de los mensajes que hayan llegado a las redes sociales. Todas estas pruebas te resultarán de utilidad si decides acudir a la vía judicial.
Después bloquea los números de teléfono indeseados, muchos móviles ofrecen esta opción y si el tuyo no la tiene también puedes encontrar aplicaciones que se encargan de hacerlo. En el caso de aplicaciones como WhatsApp puedes bloquear fácilmente a cualquier usuario para no recibir comunicaciones suyas.
En las redes sociales denuncia la situación ante Facebook, Twitter, etc. y después bloquea a los usuarios que te han estado molestando.
Si el acoso ha llegado hasta tu buzón de correo electrónico crea una nueva cuenta, avisa a los contactos que te interesan de que cambias de dirección y por último cierra la cuenta a la que están llegando los mensajes ofensivos.
Esto suele ser suficiente para parar las situaciones de acoso, pero si el acosador persiste puedes usar todas las pruebas que has recogido para poner una denuncia e iniciar un proceso judicial.